jueves, diciembre 01, 2005

polis y las lentejas

Polis está en la cocina, disfrutando pacientemente del acto de limpiar las lentejas traídas desde el campo-sur hace algún tiempo. Mientras las limpia, piensa varias cosas.

En lo ricas que van a quedar, y que quedarían aún más ricas si le agregan pancetas, sobre todo esas especiales que compra Poedi. Pero también piensa que a pesar de eso, nada iguala las lentejas con papas y arroz, todo en su justa medida, preparadas por María.

Quizás por eso le costó tanto terminar con estas lentejas, porque fue María quien se las regaló.
Y mientras piensa, disfruta la música que a todo volumen escucha Poedi.

Poedi está al otro lado del muro, sentado en su sofá rojo, con el ventanal de la terraza cerrado, oyendo Nino Bravo seguido por Raphael...

Polis piensa: ¿en qué estará Poedi? ¿en que estará pensando?

Y sigue disfrutando su labor de limpiar lentejas.

Observa las diferencias entre ellas: algunas son más verdosas, otras bien café, algunas más arrugadas que otras (¿sufren los efectos del envejecimiento?), algunas son lunáticas, -como yo- piensa Polis. También recuerda el laboratorio de biología, la unidad de genética, cuando había que distribuir las cosas según sus características...

(Yo soy aquél, escucha Poedi)

Y Polis es atacada por su obsesividad extraña, y vuelve a mirar unas cuantas veces las lentejas, las revuelve para cerciorarse de que nada de mugre se le ha pasado.

Y se acaban las lentejas del campo-sur obsequiadas por María. Que lindo recordar cuanto ama a María.

Procede a cubrir las lentejas con agua y se encarga de hundir con su propia mano a aquellas que han quedado flotando. Sólo por gusto.

Traspasa el muro, pero se instala al otro lado del ventanal.

(Y cómo es él, escucha serio Poedi)

Mira a Poedi y le sube la ceja.
Él sólo la mira un segundo.
Luego mira al horizonte.

Y pensar que todo esto dura tan sólo unos minutos.
Quizás menos de los que dura este relato.

Mientras, las lentejas se inflan y se desollejan en el agua...