jueves, febrero 15, 2007

Democratizando las maravillas


Hace un rato ya que se abrió un sitio web donde uno puede votar por las nuevas "7 maravillas" del mundo. Toda una gracia si pensamos que tradicionalmente estas cosas se deciden entre cuatro paredes por un grupo de "expertos" que otros, aún más expertos decidieron que serían idóneos "representantes" de la voz del pueblo.

Y para que lo vamos a negar, la cosa tiene mayor gracia aún si nos ponemos a mirar y vemos que entre las construcciones nominadas a ser maravillas se encuentran los mohais de la Isla de Pascua, que en algún momento otros expertos en propiedades territoriales decidieron que fuera chilena.

Pero la cosa no termina ahí (por lo menos para mí). Aumenta la gracia del cuento, por los sentimientos latinoamericanistas que llevo conmigo, que entre las 21 construcciones nominadas hayan 4 latinoamericanas: Chichen Itza, el Cristo de Río, Machu Picchu y la ya dicha (los mohais).

Así es que les invito a votar, y a que obviamente tengan una especial consideración en su voto por las construcciones de latinoamérica.

La página es:


Y lo primero que tienen que hacer es inscribirse como usuario, luego de eso les llega una confirmación a su mail con un link en el que hacen click y los lleva al sitio en que pueden votar.

¡Ah!, y como la cosa no puede ser tan maravillosa, el mercantilismo obviamente es parte de su intención, por lo que les da la posibilidad de comprar un utilísimo y conveniente certificado de que votaron. ¿Para qué podrá servir? Mmm... capaz que fuí muy severa con ni siquiera leer de qué se trataba, y comprándolo puedo participar de un sorteo para recorrer las nuevas 7 maravillas... también podría servir para motrárselo a los nietos... o colgarlo en la pared... o... o... o...

martes, febrero 06, 2007

En este sur

En este sur el tiempo citadino se desvanece, la calma te invade, el trabajo te enriquece. No hay que correr pues todo se trata de caminar pacientemente, siguiendo las huellas que día a día se reconstruyen según los designios de la madre tierra y sus hijos que la recorren.

La inmensa mar, que todo lo rodea y todo lo alcanza, te deja en el lugar en que ella quiere que estés. Si ella quiere puedes recorrer su inmensidad y llegar a otro sur, quizás cercano y parecido a éste, pero nunca igual; hasta puede que te haga regresar al norte cuando no lo has pedido. Y qué va, no queda más que aceptar sus decisiones.

Cuando vienes del norte a este sur pareciera que todo lo tradicional deja de existir, el tiempo, insisto, parece un des-tiempo, pero en realidad se trata sólo de Otro tiempo... Las emociones se exacerban; el silencio al principio te angustia, pero luego de un par de viajes aprendes a conocerlo y sobre todo a quererlo.

En este sur, sin saber bien exactamente por qué, quizás por la profundidad del mar, del silencio, o del tiempo, probablemente por todas ellas a la vez, se puede llegar a las profundidades de uno mismo; el encuentro con lo más oculto de sí, de cada una de las caras de la gran máscara llamada personalidad, es inevitable... llega sin que lo llamen.

Y cuando ya no quedan más días, cuando la vorágine nortina te obliga a regresar, te invaden la felicidad y el dolor; la felicidad que este sur provoca y el dolor de tener que abandonarlo.

¿Llegará el día en que la partida no sea anticipada?
¿Existirá ese momento o nunca será tiempo de partir?