lunes, octubre 31, 2005

Cosas raras de esta semana (23 al 30 de Octubre)

  • Recorridos de micros fusionados y desaparecidos: "la gente se va a ir dando cuenta de a poco cuáles son", dijo una autoridad por ahí.
  • Un chofer de micro amarilla me recibió $120, sin siquiera pedirme el pase (que yo no lograba encontrar en mi bolso)
  • Libardo Buitrago opinó en mi blog
  • Dios también opinó en mi blog
  • Me encontré, de una forma demasiado casual, con mi amiga Letelier. Nos hicimos tiempo para conversar.
  • Entré a un negocio porque tenía ganas de comerme una "Negrita" (galleta bañada en chocolate y rellena con crema de vainilla), y el tipo que atendía me dijo ¿y qué es eso?
  • No se me olvidó ir a buscar entradas a metroinvita
  • He estado tomando yoghurt

Aventura teatral

Hoy en la tarde fuí al teatro, al Centro Cultural Matucana 100; la obra: Más que a morir, el precio del desengaño.
Aunque tengo muy poca experiencia con obras de teatro en Matucana 100 (he ido sólo 2 veces), he observado fenómenos similares con respecto a la gente que asiste a dichas obras. Hasta ahora he identificado 3 tipos:
  1. Los actores o proyectos de actores. Pueden ser famosillos faranduleros, under o desconocidos, pero van en grupo o se encuentran ahí casualmente y hablan de temas teatrales: "¿viste esta obra?" "¿has sabido algo de Juanito? (generalmente refiriéndose a alguien del medio)" "estoy en tal proyecto", etc. Los proyectos de actores hablan de cosas como los profesores, los ramos, los trabajos que tienen que hacer, etc.
  2. Los amigos de los que hacen algo en la obra (dirigen, actúan, musicalizan, etc.). Mientras esperan que empiece, comentan lo que ha pasado con la obra, la opinión de los conocidos que ya la vieron, las críticas que ha recibido, etc. Y cuando termina, se acercan a saludar al amigo involucrado y lo felicitan, lo abrazan, lo besan. Ah! Y además son los que más apaluden cuando la obra termina, aunque haya sido pésima.
  3. Los comunes y corrientes. Esta es gente a la que le gusta ir al teatro, pero no tiene mayor relación que esa con el ambiente. Se dividen en 2 tipos: los que pagan la entrada y los que la consiguen en MetroInvita. Las dos veces que he ido he sido parte de este último tipo. Entre los comunes y corrientes se da un fenómeno para mí extraño: siempre anda más de una persona que uno conoce o ubica de algún lado, alguien con quien uno conversa en mayor o menor medida o que por último ha visto su cara más de alguna vez.

La obra

Como mi primera experiencia en Matucana 100 ("El otro lado del muro") dejó bastante que desear, hoy tenía mis dudas. Pero esta vez las diferencias se hicieron presentes desde el principio.

Para empezar, no era en la "sala top" del centro; era en la "Sala M", que es un galpón. Ya me gustaba más.

El ambiente era especial, con sillas instaladas muy cercanas al escenario, que era en el mismo nivel, no había una tarima ni nada por el estilo. Había aroma a incienso y alfombras en el piso; eran precisamente esas alfombras las que marcaban la diferencia entre el escenario y el público.

Una actriz, tres actores y un músico que acompañó toda la obra con el sonido de su voz, al ritmo de la música envasada que sonaba de fondo. Si me pongo a escribir del rol de cada personaje me voy a entusiasmar y voy a contar toda la obra, así es que prefiero reservarme esa parte y así no arruinar el panorama de quien la quiera ir a ver.

Si puedo contar que en general, la obra juega con el espacio de lo real y lo simbólico; donde una historia de amor se transforma en rabia, agresividad, frsutración, violencia y muerte; todo a través, principalmente, del lenguaje no verbal.

Impacta precisamente eso: cómo el amor puede llevar a una persona a justificar actos instintivos extremos.

No tengo mucho más que decir por una razón: aún estoy impactada. La obra es heavy metal. Cunado terminó, nadie se paraba de sus asientos, aún cuando incluso los actores ya se habían retirado y ya nadie aplaudía. Todos quedamos petrificados y mudos.

Una vez que logré pararme y salir (fuí de las primeras) ni siquiera era capaz de pensar y evaluar la obra. Seguía petrificada.

En general, cuando la gente sale de una obra, la comenta; esta vez todos salieron mudos. Tras de mí iban dos niñas, calladas, y una le dijo a la otra: -No puedo hablar-.

sábado, octubre 29, 2005

Lo logré!!!

Hoy al fin lo logré.
Una vez más en esta semana me tocó ir a Peñalolén (cosa que merecerá su crónica aparte), y a la hora de volver, como éramos un grupo de gente (entre niños y adultos, más niños que adultos) decidimos esperar una micro del Transantiago, pero articulada.
Reconozco que estaba ansiosa de subirme y pararme justo en la articulación, estaba entregada a mi infantilidad. Una vez arriba, quería que pasara luego todo el trámite de pagar el pasaje y todo eso, quería avanzar y pararme justo en el centro de la micro.
Y así lo hice. Los costados de la micro son por dentro igual que por fuera, como una acordeón. El piso se transforma en ese lugar en un círculo. Pensé que se movería todo el tiempo, pero me dí cuenta que no, era necesario que la micro dejara su trayecto recto y virara en alguna parte. Así es que ahí me quedé...esperando...
Hasta que llegó el momento: debía virar. Y fue increíble porque mientras iba dando la vuelta correspondiente, el círculo que está en el piso y en el cual yo estaba parada, comenzó a girar y girar y girar...y yo seguía parada en el mismo lugar, sólo disfrutando de cómo el piso sobre el cual estaba parada giraba y giraba.
Hasta que la micro tomó nuevamente un trayecto nuevo y yo, pude haberme quedado parada ahí para disfrutar cada vuelta que me tocara en el camino hacia el destino (idea que no dejaba de tentarme), pero opté por sentarme...
...y disfrutar de una conversación.

Atahualpa Yupanqui

Navegando y navegando encontré una página muy simple y hermosa porque el contenido no es cualquier cosa. (jaja, me acabo de dar cuenta que me salió verso...)
Es una entrevista a Atahualpa Yupanqui, uno de los folkloristas más importantes de Argentina.
Confieso que pocas cosas en la vida me atrapan tanto que no puedo parar de leerlas hasta que termino. Muy pocas. Esta ha sido una de ellas.
Invito a leerla.

Regalo I: Dicen que dicen



Dicen que dicen que andan diciendo
tantas palabras que dicen mal
como un eclipse se van comiendo
la verdad

Libre es un pueblo cuando hay futuro
y hay sueños más que conformidad
Libres no es perdidos por el mundo
libertad

Se llama imperio en el mundo antiguo
le dien hoy globalización
La democracia es de peces chicos
Tiburón

Dicen que dicen
dicen que dicen
dicen que dicen mal

Cuando soñamos un mundo unido
no imaginamos esta prisión
con diez mil ojos guardando el nido
de un halcón

El fuego es fuego de donde venga
guerra no es paz ni el infierno edén
No habrá justicia si usa la venda
según quien

Dicen que dicen
dicen que dicen
dicen que dicen mal

Hoy las palabras confunden todo
Muestran cincuenta y esconden cien
Tanto poder en manos de pocos
no está bien

Tiempo es dinero y dinero es todo
todo a algún precio y ningún valor
El hombre es tiempo y brotó del lodo
por amor

Dicen que dicen que andan diciendo
tantas palabras que dicen mal
como un eclipse se van comiendo
la verdad

(Pedro Aznar)

jueves, octubre 27, 2005

Al fin!!!...pero no es el fin...

Hoy andaba por allá por el fin del mundo...en José Arrieta a la altura del 10.000, donde termina la calle, literalmente en la punta del cerro. De vuelta hacia mi casa, al corazón de la ciudad, esperaba micro y...¡por fin! se apareció ante mí una del Transantiago que podía llevarme hacia mi destino...ya pensaba que tendría que salir un día hacia ninguna parte, sólo para probar la "modernidad" que ha llegado a Santiago.
Pero se apareció esta micro en la nada misma de la ciudad, y la hice parar sin siquiera saber adonde iba porque no tenía letrero al frente. Antes de subir, le pregunté al "operador" si iba para el centro -sí- me dijo, -pero tengo que dar la vuelta-, no importaba, yo ya estaba arriba. Le iba a pagar y me dijo que no, que tenía que esperar llegar al paradero, que estaba a media cuadra, para que él iniciara el nuevo recorrido.
El paradero eran dos señores con uniforme de "Alsacia" parados en la vereda. Ahí el operador detuvo un rato su máquina, me dijo que se fumaría un cigarro primero, que me podía sentar por mientras, y se bajó. Escuché la conversación que tuvo con uno de los señores-paradero, quien le decía que estaban muy atrasados, que la última micro había salido a las 18:20 hrs (ya eran las 18:55).
Me detuve a mirar la micro por dentro. Tenía muy pocos asientos, 4 adelante (pero orientados hacia atrás), luego un gran espacio para sillas de ruedas y en la parte de atrás, más asientos. Había timbres en todos los pilares, y no sólo eso, además ¡estaban buenos! (eso lo fuí descubriendo en el trayecto, cuando la gente los apretaba).
El operador volvió a subirse mientras yo leía un libro que andaba trayendo. Recorrió la micro sacando la basura y me dijo: -toma, lo encontré allá atrás-; era un separador de libros.
A las 19 en punto partimos. ¿Lentitud? Para nada, por lo menos yo no lo sentí así. Lo que más me llamó la atención del recorrido fue su amabilidad con los estudiantes, especialmente los de básica que no pagan pasaje. Les preguntaba adónde iban, si habían estudiado en el colegio, en fin...los niños avanzaban sonríentes luego de una conversación que al parecer encontraban extraña.
Aún en las alturas del cerro me toco ver algo que sólo había visto en noticias, con otros protagonistas. Una micro, de las amarillas, enterró su parte trasera en la entrada de una panadería; y justo ahí se subió a la micro en que yo iba una señora, quien contaba que a la amarilla se le cortaron los frenos en la subida (que era bien empinada) y que por suerte la panadería estaba cerrada y sin gente adentro. Uf! menos mal.
Y así siguió mi viaje, tranquilo y rápido. En una hora de mucho tráfico me demoré en el trayecto de vuelta lo mismo que en el de ida (en una micro amarilla). Y además cómoda, tranquila y segura.
Antes de bajarme, no pude evitar la tentación de ir a conversar con el chofer (soy muy conversadora, no puedo evitarlo). Y aquí está el resultado.

Conversación con un operador del Transantiago

Pris: -Me bajo en el próximo paradero...yo encuentro que no son tan lentas las micros ¿por qué la gente alega?
Operador: -No, si no son lentas. Lo que pasa es que la gente nunca está conforme con nada. No entienden que uno se demora más por su seguridad, porque uno tiene que cerrar la puerta antes de partir, no puede parar en cualquier lado y la gente está acostumbrada a eso-
Pris: -Si, a veces uno hace parar la micro a mitad de cuadra-
Operador: -Claro, y eso no es seguro. Por ejemplo, yo te podría abrir la puerta aquí ahora (estábamos detenidos a mitad de cuadra y en segunda fila), así es más rápido para tí y a mí que me importa si te pasa algo, si total hay seguro y eso, pero no es la idea...Bueno, y también está el tema de las frecuencias-
Pris: -A lo mejor son los buses articulados los que andan más lento-
Operador: -No, si andan casi igual. El problema es la frecuencia, pasa mucho tiempo entre una y otra, porque uno se va atrasando en el recorrido. Uno se atrasa porque estas por ejemplo (me muestra una amarilla) te van cerrando el paso y te hacen demorar...y también pasa esto (me muestra un auto que se le cruza y lo obliga a darle el paso)
Pris: -¿Y tú qué hacías antes? ¿Manejabas una amarilla?
Operador: -No, yo estudio-
Pris: -Ah! ¿Y qué estudias?-
Operador: -Ingeniería-
Pris: -¿Y por qué trabajas aquí? (Él me muestra unas monedas) Si me imagino que es por plata, pero ¿por qué trabajas en este lugar y no en otro?
Operador: -Porque es un sueldo fijo y es bueno-
Llega la hora de bajar y me dice:
-y ahora tienes que aprender también, no te puedes bajar por acá adelante, tienes que bajar por la puerta del medio-
Pris: -(me río) gracias...-

Fin de la aventura feliz.
Pero aún me falta subirme a los mega buses. Los articulados. Quiero pararme en la articulación.

martes, octubre 25, 2005

variando rumbos

Que divertido...Estaba metida en internet buscando algunas cosas y pensando que iba a escribir en mi blog algo relacionado con la feria internacional del libro para contarle a las mujeres que lean este espacio abierto que este jueves y el próximo tenemos entrada gratis...pero cambié de rumbo completamente...
Me encontré con la página de Guayasamín...y recordé algo que estaba guardado en el baúl de los recuerdos...Sucedió por allá por el año '94, en Concepción, mi ciudad natal; estaba yo en séptimo básico.
El profe de Artes Plásticas (estoy hablando de antes de la reforma, con los nombres de los ramos antiguos) nos dijo que teníamos que ir a una exposición a elección, escribir algo sobre ella y presentarla al curso. Ya. Era en dupla la cosa, así es que me junté con mi amiga Daniela (sin pensar que en aquél entonces, primer año en que fuimos compañeras, que llegaríamos a ser hermanas de la vida, hasta hoy y hasta que la vida diga basta) y fuimos un día sábado en la mañana a la pinacoteca de la Universidad de Concepción (una de las más hermosas de este país), a hacer el trabajo sobre lo que fuera.
Era la primera vez que pisaba conscientemente la pinacoteca, un lugar de gran valor artístico para la ciudad. Quizás fuí antes, pero no me acuerdo. Y ahí vimos que había una exposición de un tal Guayasamín...y entramos...
No podía creer que hacer un trabajo de Artes Plásticas (ramo que por cierto odié toda la vida porque me obligaban a dibujar siendo yo el ser humano que peor dibuja en el planeta, sin exagerar) fuese una experiencia placentera. Guayasamín fue para mí quien me hizo ver que admirar las obras de otros podía ser una experiencia mágica. Lo que más me llamó la atención fue la profundidad en la que uno puede zambullirse a través de la sencillez de sus obras, lo cercanas que resultan a las vivencias cotidianas.
Y ahora que recuerdo esa experiencia, veo que quizás en ese momento no me dí cuenta que su obra me llegó tan profundamente porque tiene que ver con retratar la expresión del dolor que provoca vivir experiencias de exclusión, torturas y discriminación; a través de sus múltiples formas, y que es lo mismo que hoy me impacta y me mueve en este mundo.

P.D: De tan embalada, olvidé un pequeño gran detalle...En la exposición que fuí a ver estaba la obra que aparece en la foto, se llama "Ternura", de hecho, la tengo en una foto 9x12 dando vueltas por ahí. Me acuerdo que la pusimos en el trabajo, que era escrito a mano porque en esa época (que no es tan lejana tampoco) los computadores se usaban sólo en las oficinas...ni hablar de internet...

lunes, octubre 24, 2005

Viva Chile diverso

Mientras escucho el disco "En vivo" de Pedro Aznar, leo un artículo del Artes y Letras de El Mercurio publicado este domingo. Se trata de una reseña, firmada por Esteban Cabezas, sobre el libro "La era ochentera. Tevé, pop y under en el Chile de los ochenta"; la reseña se llama "Arqueología prematura".
Obviamente la lectura evoca muchas cosas, en este caso, recuerdos sobre aquella década. Nací a fines del 81 por lo que pasé mis primeros 8 años en esa década...recuerdo también esos mails cadena que llegan de repente, con un listado de las cosas más típicas de la época y que al final te alientan diciendo: -si te reíste con estas cosas es que ya estás un poco viejo-. Pero bueno...podría pasarme recordando cosas, situaciones, lugares, aromas, detalles, sin que sea ese el tema principal que me motivó a escribir ahora.
Mi tema ahora es otro. Tengo problemas con la implicancia del título del libro, específicamente con la parte que dice:
"El Chile de los ochenta"
Todo se me complica aún más cuando Cabezas señala en la introducción de su reseña que los autores del libro (Oscar Contardo y Macarena García) "reconstruyen una historia cultural reciente: la del Santiago de los años 80".
¿Se trata de Chile o de Santiago el libro?
Para mí, esta no es una distinción menor. Por lo que leo en el artículo, efectivamente la mayor parte del libro se centra en hechos que ocurrían en Santiago y, aunque suene a frase hecha: SANTIAGO NO ES CHILE.
No puedo aceptar que se pretenda retratar cualquier cosa ocurrida en Santiago como si fuese algo representativo de Chile.
Es obvio que hubo ciertas cosas comunes a muchos lugares, como ver el Festival de la una, pero aún así no se trataba de algo que ocurriera en TODO Chile ¿Cuántos lugares ni siquiera tenían electricidad? ¿Qué pasaba con sus vidas?
Chile está conformado por 13 regiones (pronto serán 15, si los legisladores se dedicaran a hacer su pega), y cada lugar tiene su historia y desarrollo particular y propio. Si bien existen elementos transversales que nos unen, creo que éstos no son suficientes para decir, a la hora de hablar sólo de un lugar, que se está dando cuenta de Chile en su totalidad.
¡Basta de pretender homogeneizar un país que es esencialmente diverso, donde cada pequeño rincón tiene su propia identidad!
No estoy diciendo con esto que los autores del libro tengan la intención de homogeneizar este país. Quizás si, quizás no. No lo sé. Sólo pienso que hay que ser más cuidadosos con el uso de las palabras. Las sutilezas marcan grandes diferencias. Si van a centrar su trabajo en Santiago, no le pongan que es de Chile.
Chile es mucho más que Santiago.
El Chile de los 80 fue mucho más que las performances de Vicente Ruiz, Plaza Italia para arriba y para abajo, recitales en recintos universitarios.
Si veo un libro que diga "Chile", espero encontrar información sobre lo que ocurre en sus distintos lugares.
Ojo con el lenguaje...dicen por ahí que construye realidades.

renaciendo....

Cuando comenzó este fin de semana, no esperaba nada... por lo menos nada muy alentador...
Si consideramos que la vida (con todo lo que implica) es cíclica, podría decir que yo estaba en la etapa oscura, últimamente no había andado nada bien, cuestionándome muchas cosas, enfrentándome a dolores hasta ahora no asumidos.
Al terminar el viernes esperaba que todo siguiera igual, oscuro.
Pero pasaron cosas.
Un encuentro con los niñ@s del Adopta el sábado en la mañana (con lo que significa salirse de la cama un sábado temprano!!!), con su alegría, sus ideas, sus ganas...
Un café, una tarde, una cena con mi padre en su ciclo de alegría y amabilidad...
Un almuerzo con mis abuelos planeando celebrar los 50 años que llevan juntos...
Y una reunión de La otra mar, donde por fin explicitamos que somos un grupo que comparte ideas de un mundo libre de estructuras aplastantes de la dignidad humana, y que queremos remar hacia donde nos guíen nuestras convicciones en un proyecto más coherente con eso...
Las aguas convulsionadas de mi mar interno comienzan a aclararse.
Los cuestionamientos comienzan a encontrar respuestas.

domingo, octubre 23, 2005

Inauguración...



Mmmm...He creado mi blog y no puedo negar que me siento bien rarífica con esto. No soy muy fanática de este "recurso tecnológico", pero los encuentro entretenidos.
Hace tiempo que la idea circulaba por mi "mente", pero no lo había concretado estancada por cuestionamientos que aún me persiguen, pero bueno, ya lo hice.
Espero que este sea un espacio para vaciar lo que se me venga a la cabeza y poder quizás compartir esto con algunas personas cercanas y por qué no, lejanas.
Esta creación surgió espontáneamente, para pasar la espera de bajar algunas cancioncillas aquí, en la sala de computación del edificio en que vivo, así es que sólo tiene elementos con los que cuento en este momento (la foto por ejemplo).
Saludos a quien llegue a leer esto.
Pris.