miércoles, marzo 22, 2006

Doblemente Culpable...

Hay muchísimas canciones que tienen más de una versión, y claro, entre ellas uno debe tener su favorita, porque si uno no elige ¿cuál es la gracia digo yo?
En el fondo, en el fondo, yo creo que por eso los cantantes graban su versión del tema de otro, porque les gusta la letra, pero no la musicalización, entonces creen que pueden hacer una más entretenida, y la hacen no más. Con la esperanza de que uno eliga la suya.
Bueno, no más lata y al grano, hay una canción de Vicentico -el ex vocalista de Los Fabulosos Cadillacs-, que se llama "Culpable" (Culpable...sos la única culpable...) y si, me gustaba, pero no así "uuuy, es buenísima, se me eriza la piel y se me paran los pelos cuando la escucho", la encontraba chora no más.

Escúchela por si no la conoce o no recuerda cuál es...


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De repente, haciendo zapping en el mundo del cable, llegué a Telefé (canal argentino)... estaba empezando una teleserie x, con una canción que me encantó de entrada (por eso la dejé en ese canal) y además me pareció conocida...claro, ¡era la misma de Vicentico!, esta vez cantada por una mujer y con otra música. Y bueno, como me encantó la versión, así "uuuy, es buenísima, se me eriza la piel y se me paran los pelos", me obsesioné (raro en mí ¿no?) y la busqué mucho rato, investigué primero para descubrir quien era la mina que cantaba y tener un criterio de búsqueda porque con "Culpable" sólo salía Vicentico; hasta tuve que bajar otro programa de búsqueda de canciones porque en el que uso siempre ella no existe.
La cosa es que finalmente dí con la cancioncita...



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Y la he escuchado miles de veces (criterio para definir que una canción me encanta).
Se me eriza la piel y se me paran los pelos.
La encuentro más sensual que la de Vicentico.
Me encanta el "SÓS" de los argentinos, es tan categórico: sós, sós, sós. (No tengo idea si es con acento o no, pero es para que suene).

lunes, marzo 20, 2006

Palabras al viento...



A veces las palabras se las lleva el viento.

Otras, uno puede guardarlas en una cajita, bajo 7 llaves, para que no se vayan.

Muy pocas veces, las palabras se resisten a irse. Sin necesidad de cajita ni de llaves, se quedan ahí, instaladas por todo el tiempo que se les antoje.

Pero lo más curioso es cuando uno quiere echarlas, y ellas insisten en quedarse...



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lunes, marzo 13, 2006

La Partida


Esta historia se comenzó a escribir hace algún tiempo...
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Ella estaba sumida en un mar de sentimientos encontrados. Hacía un tiempo ya que sentía que su vida había alcanzado la tan anhelada calma luego de aquella larga tormenta que la había acompañado por más tiempo del esperado. Por fin se sentía plena y feliz.

El día en que llegó la noticia estaba muy apurada; la esperaban la utopía, los sueños, la idea de un mundo mejor, y ella quería llegar a tiempo, un poco antes si era posible. Es que no quería perderse detalle alguno.

Y en eso estaba, alistando los últimos detalles, a punto de abrir la puerta para salir, cuando algo se le adelantó:

Toc – Toc – Toc: un Telegrama
La situación le parecía irreal: un telegrama en esta época de comunicación inmediata, habiendo mails, teléfonos celulares, mensajes de texto... recibir un telegrama fue casi como recibir señales de humo. Incluso recordó que hacía unos pocos días escuchó en las noticias que sería cerrado ese servicio.
- Quizás este sea el último telegrama enviado- pensó.
Entonces no era cualquier cosa, se trataba de un tesoro muy valioso. Una futura reliquia. Que antigua le sonaba la palabra reliquia.

ME ACEPTARON (PUNTO)
PARTO EL MARTES (PUNTO)
AQUILES (PUNTO)
Miró la hora, no tenía tiempo de sentarse, tenía que partir.
Claramente estaba muy sorprendida, el martes... hoy es viernes... sábado, domingo, lunes... ¡MARTES! ... ¡FALTAN SÓLO 4 DÍAS!
En ese momento sólo tuvo tiempo de alegrarse por el éxito de su amigo, y por ella misma también, por qué no decirlo. Ya había desechado la posibilidad de que él se fuera, lo que significaba que en un tiempo más ella tendría que arriesgarse y partir sin ningún precedente. La idea original ahora se cumplía: él partiría a ver si el asunto vale la pena.

A estas alturas lo único claro es que tenía que verlo antes que se fuera, mal que mal, no se iba a la vuelta de la esquina. Ni tan lejos, pero tampoco al lado...bueno, si, al lado, pero no TAN al lado. Más bien a un lado relativo...

...

No pensó mucho más en el asunto hasta que se instaló frente a la computadora. En su bandeja de entrada había un nuevo mensaje de Aquiles. Esto si que tenía un sentido temporal.
Y más palabras.
Y menos puntos.
Habría una despedida en su casa. El domingo. En la noche.

¿A quién se le ocurre hacer una despedida un domingo en la noche? Sólo a alguien que envía telegramas en plena era cibernética; que inaugura su casa un día jueves; que se lanza al vacío sin importar las consecuencias.
Si, ese era Aquiles.

Ahí si pudo detenerse en lo que estaba ocurriendo. En muy poco tiempo (otra cosa típica de él) se había convertido en un gran amigo, compañero, apoyo, resorte, reflejo.
No cabía duda, él era parte importante de la gestación del equilibrio que ella estaba alcanzando. Ella aprendió mucho de él, por sobre todo a no detenerse por el miedo, a disfrutar... si, sobre todo eso:
DISFRUTAR
Recordó también eso de girar... justamente esa era la sensación que tenía en el último tiempo, la de estar girando, como aquella vez, cuando pasaron de ser conocidos a ser amigos. Esa vez había sido el ensayo de un juego, una locura más de su infantil personalidad. Hoy seguía siendo un juego, pero de verdad. Y efectivamente, él la veía girar todo el tiempo.
Aunque ya no quedaba mucho tiempo.
...

Mientras más se acercaba la despedida era más fuerte la sensación: el vacío, la pérdida, el duelo. No podía creerlo, ya no estaría ahí para tomar un café y compartir sus locas locuras en cualquier momento, de improviso, cuando se les antojara.

La hora de la partida llegó.
Y ella quedó preguntándose por qué le pasaba esto, por qué ya lo extrañaba tanto y de esa manera tan distinta a las otras veces que había extrañado. Todo era aún más ilógico si pensaba en que no era la primera vez que le tocaba alejarse geográficamente de alguien muy importante en su vida, incluso estaba el único amor aquél; si se trataba de una experiencia común en su vida de viajera.

...
Caminaba por aquella calle, la misma que seguramente ya había transitado cientos de veces, quizás miles, nunca tanto como millones; últimamente incluso le parecía más hermosa e interesante. Llegó al edificio, entró al ascensor y mientras subía, en ese reducido y solitario espacio, el largo trayecto fue cómplice de la reflexión: el duelo era más doloroso esta vez porque hasta ahora siempre fue ella la que dijo adiós, con la certeza de que podía volver en cualquier momento en busca de aquello que dejaba atrás. Hoy las cosas eran distintas.
Abrió la puerta del departamento y en el piso encontró otro telegrama:
FIN DEL PRIMER CAPÍTULO
(PUNTO)




(Si los personajes de esta historia fueran reales, seguro gustarían de esta canción)

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(El cuadro es de una argentina que se llama Susana Bonet)

domingo, marzo 05, 2006

Santiago impulsivamente descalzo


Una tarde calurosa...

- ¿Sabes? Desde hace un tiempo, acá en Santiago, especialmente en días de calor, me dan unas ganas inmensas de sacarme los zapatos, las zapatillas o las chalas y caminar descalza por las calles. Sólo me detiene pensar que como ando sin calcetines los pies me van a quedar todos cochinos y además, el cemento debe estar muy caliente-

-Eso no sería nada, porque los pies te los puedes lavar. Lo que a mí me daría miedo es que pueden haber vidrios y uno se puede cortar-

-Tienes razón, pero a mí me da lo mismo eso de los vidrios, total si me fijo bien no los piso. Ahora lo único que queda por resolver es la posibilidad de quemarme con el cemento achicharrante-

Seguimos caminando, conversando de la ciudad, las casas, la antiguedad...Mientras tanto, esa sensación seguía persiguiéndome. Ahora casi no habían razones para no quitarse las chalas; además, íbamos rumbo a casa y podría lavar los pies de inmediato...

Y no aguanté más, me las saqué. Aún faltando varias cuadras para llegar a la casa, comencé a caminar descalza, con las chalas en la mano, y sólo el cemento como sustento.

Fue como un gran alivio, como si mi cuerpo hubiese necesitado imperiosamente sacar algo, un cúmulo de energía retenida, y por fin lo hacía. Lo que seguramente sienten los adictos cuando consumen el objeto de su adicción. Lo que seguramente siente Anmeri cuando las calles la llaman a correr. Si!!! eso es!!! ahora la entiendo, ahora ya no es una rareza!!!

Y ahora sólo me dejo llevar. Ya he probado distintas calles. Pedro de Valdivia Norte es un buen lugar.

No falta el curioso que me mira con extrañeza.

Quizás de eso se trate la locura.