A veces las palabras se las lleva el viento.
Otras, uno puede guardarlas en una cajita, bajo 7 llaves, para que no se vayan.
Muy pocas veces, las palabras se resisten a irse. Sin necesidad de cajita ni de llaves, se quedan ahí, instaladas por todo el tiempo que se les antoje.
Pero lo más curioso es cuando uno quiere echarlas, y ellas insisten en quedarse...
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